PASEO POR LA CALLE MAYOR


Paseo por la calle Mayor de Labata


Julio Alvira

El día 17 de enero había amanecido muy nublado, pero en torno al mediodía se abrió el cielo lo suficiente para plantearse una visita a Labata, localidad oscense a la que podemos acceder desde la N-240 en Angüés por el sur, o desde Aguas por el norte. Aunque tímidamente, las nubes dejaban ver las cumbres canosas de las sierras exteriores. La temperatura era agradable. Llegamos a Labata. Estamos junto al cauce del río Calcón.



Sólo el paseo por su calle Mayor ya justifica una visita. El catálogo de arquitectura civil que nos ofrece esta arteria urbana es amplio y variado. Antonio Naval ha escrito que “es una de las más representativas del Somontano por la tipología de sus casas y el carácter unitario del conjunto”. Además, a un lado y otro completaremos una visita interesante, incluidas la parroquial, la fuente o los restos de sus defensas medievales.



Puertas de grandes dovelas que a veces dibujan arcos apuntados en lugar de los habituales de medio punto, escudos de armas -Bescós, Mur, Broto, Bara-, ventanas, forjas y balcones van ocupando la mirada del visitante. El cielo, mientras, alterna los momentos de sol con el dominio de oscuras nubes que tapan la sierra. Al final del paseo, en un plano más alto, la parroquial.



Jesús Martínez Verón, en su libro “Arquitectos en Aragón”, incluye datos sobre el calendario de obras en esta iglesia, dedicada a San Mateo. Luis de Santa Cruz, en 1521, dirigió los trabajos de construcción de la parroquial. En 1600, el maestro de obras Juan de Avar construyó una capilla en este templo. Los hermanos Naval sitúan la construcción del actual edificio en el último tercio del siglo XVIII. Estos autores la definen como “un agradable y equilibrado juego de volúmenes”. Llama la atención la pendiente de sus tejados.



Unos vecinos comentan en la calle la incidencia que tendrá en sus tierras y en las de otros habitantes de Labata las anunciadas obras de la autovía que se levantará entre Lérida y Huesca. Uno de ellos comenta que, con estas afecciones, parece que quieran “cargarse” a las gentes del mundo rural, pero anuncia su voluntad de seguir adelante. Un sol suave, aunque sea el del mediodía, intenta acariciar las fachadas de las casas. Una señora reparte el correo por la calle Mayor y un gato, junto a la fuente, mira desafiante al viajero, esperando tal vez una caricia. Es bonita la calle Mayor de Labata con el cielo oscuro, muy oscuro, al fondo, sobre la sierra.



Por Labata pasaba uno de los caminos que unían la montaña con Huesca. Según explica Antonio Naval en su libro “Construcciones para la historia del Somontano en el Alto Aragón”, había una comunicación que desde Rodellar cruzaba el Alcanadre por el puente de Pedruel y, tras pasar sobre el de la Virgen del Río, llegaba a Labata, seguía hacia Sipán, Montearagón y Huesca. Mientras los citados vecinos hablan de la nueva carretera, uno de ellos se afana en lavar su coche.



La fuente, según Naval, es semejante a la de Alquézar, “como un arco peraltado sobre la altura del radio”. Alude a una moldura que lo adornaba, “indicio que permite datar esta fuente a finales del siglo XVI o principios del XVII”. Junto a la fuente, como en tantos lugares, el abrevadero y el lavadero completan.



Labata tuvo un castillo musulmán, “aprovechando emersiones rocosas con caída vertical al río, magníficamente integradas en el paisaje urbano actual”, según escribe Adolfo Castán. De la existencia de esa fortaleza se hace eco el geógrafo árabe Al-Udrí y así figura en el resumen de sus descripciones sobre la Marca Superior de Al Andalus publicado por Fernando de la Granja en 1967.



De su castillo poco queda. Antonio Naval, en el Congreso de Arqueología Medieval que se celebró en Huesca hará unos 20 años, aportó su posible plano. De estos y de tiempos posteriores, conquistada ya la localidad por los cristianos, hay restos como la torre denominada A Carceleta, muy cerca de la parroquial. Adolfo Castán la describe en su libro sobre castillos altoaragoneses editado por DIARIO DEL ALTOARAGÓN. La fortaleza militar levantada aquí por los nuevos señores estuvo operativa, según indica Castán, hasta tiempo muy avanzado desde su construcción “entre fines del siglo XI y el siglo XII” porque en 1375 el rey de Aragón todavía ordenaba su reparación.



El entorno de Labata ofrece varias posibilidades a los más caminantes para conocer alguna ermita y lo que queda de otras o los restos del viejo puente. Al final, las nubes dejan sitio al sol y disfrutamos un instante más en la calle Mayor de Labata.

Diario del Altoaragon

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