VIAJE AL VALLE DE LA GLORIA

En la frontera de los dos somontanos oscenses, el de Barbatro y el de La Hoya de Huesca, a las faldas de la majestuosa Sierra de Guara, se encuentra el valle de la Gloria formado por las poblaciones como Aguas, Junzano, Casbas de Huesca, Labata, Sieso de Huesca, Panzano, Santa Cilia de Panzano y Bastarás. Sus encantos naturales y su rico legado patrimonial de siglos de historia reivindican atención dentro del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.
Despertarse escuchando el trinar de los pájaros, el leve fluir del agua del río Calcón o Formiga, abrir la ventana y ver el majestuoso vuelo de alimoches, buitres y con suerte algún quebrantahuesos, con el fondo del cabezo y tozal de Guara nevados. En los pastos, entre olivos centenarios y carrascas, pastan ovejas. La vida en esta parte meridional de la Sierra de Guara transcurre lenta, apacible y sosegada, como queriendo saborear cada placer que la naturaleza en estado puro ofrece cada día en el valle, cuyo nombre no es de extrañar que sea el de la Gloria. Senda de Sieso a Labata. Foto JLP.

A los pies de la mítica sierra se asienta el municipio de Casbas formado por las poblaciones de Casbas de Huesca, Labata, Junzano, Sieso de Huesca, Panzano, Santa Cilia de Panzano y Bastarás. Todas ellas junto a la cercana Aguas (que pertenece al municipio de Loporzano pero forma parte del valle de la Gloria) constituyen la frontera natural y administrativa entre los dos somontanos (literalmente pie de montaña). Estas ocho poblaciones, con unos 400 habitantes en total, atesoran muchos atractivos de toda índole: paisaje y naturaleza, tradiciones, monumentos, cultura, deporte al aire libre y de aventura, … y que reivindican su protagonismo dentro del Parque Natural de la Sierra y de los Cañones de Guara.
Ermita de Casbas de Huesca. Foto JLP.

Habitado desde el Neolítico (el destruido yacimiento de la cueva de Chaves en Bastarás y sus pinturas rupestres, así lo atestiguan), el valle fue ocupado por íberos, musulmanes y cristianos. En este valle jugó un papel importantísimo en su repoblación y colonización agraria, la Orden del Cister, por medio de su Monasterio de Nuestra Señora de la Gloria, fundado en Casbas, en marzo del año 1173 por la Condesa Oria de Pallars, como nos recuerda el historiador y cronista de la Comarca de La Hoya, Bizén D’ o Río.
Entre ríos y sierras
Como otras zonas aragonesas del medio rural, el municipio de Casbas resiste a la despoblación a base del sector primario. La agricultura y la ganadería son los principales modos de subsistencia aunque cada vez más se está creando una infraestructura turística al amparo de los encantos paisajísticos y de deporte de aventura que ofrece el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara.
Para iniciar la ruta y adentrarnos en el valle de la Gloria, lo haremos desde el final hasta su origen, desde el llano a la montaña. Para ello tomaremos la entrada desde Angües desde la N - 240 (a mitad de camino entre Huesca y Barbastro), aunque existen otros accesos desde Bierge, Ibieca y Loporzano. En proyecto se encuentra la iniciativa del Ayuntamiento de crear una carretera comarcal que atravesaría la sierra de Guara y conectaría Casbas y Sieso de Huesca con Morrano. Otra posible vía sería una carretera que uniese Labata, Panzano y Yaso, que antiguamente perteneció al municipio de Labata pero que en la actualidad al igual que Morrano forman parte del Ayuntamiento de Bierge, en la Comarca de Somontano.
Río Calcón, por Labata. Foto JLP.

Durante todo el recorrido que podremos transitar por sendas, caminos rurales o las callejuelas de los núcleos, nos encontraremos con una vegetación típicamente mediterránea y prepirenaica. El olivo y el almendro son -junto al cereal- los cultivos más abundantes y cohabitan con algunos viñedos, especialmente en el entorno de Labata, aunque menos que durante el siglo pasado en el que esta población nutría de uva al Somontano de Barbastro. Las carrascas y los cajigos acompañarán al turista que quiera recorrer estos campos en BTT. Entre la flora existente, durante el recorrido por los ríos Calcón y Formiga, que atraviesan el valle y van a morir al Alcanadre, podremos ver especies tan raras como orquídeas de épocas prehistóricas (limotorum abortivum u ordis purpúrea) que han sabido adaptarse a los cambios del clima entre la piedra caliza.
Turismo cultural y de naturaleza
José Luis Somada, de Villa Villera en Sieso. Foto JLP.

El primer pueblo que nos topamos en esta ruta que aúna turismo cultural y de naturaleza es Junzano. Su trazado urbano se acomoda sobre una ladera, presentando una arquitectura popular típica de los pueblos del Somontano, coronada por su iglesia de la Transfiguración del siglo XVI y su torre de tres cuerpos del XVIII. Además de este templo cuenta con la ermita de Nuestra Señora de Torrullualas.
Tras él llegamos a Casbas de Huesca, población que conserva su trazado urbano medieval con su iglesia de sillería, obra de José Soffí, del siglo XVIII, y que la convierte en un ejemplar único en la zona por sus dimensiones y acabado. La visita a Casbas es obligada especialmente por conocer su monasterio cisterciense Nuestra Señora de la Gloria del siglo XII pero con añadidos de sucesivas épocas. Su visita supone un viaje espiritual de recogimiento donde se puede imaginar cómo era la vida monástica hasta hace escasos días. Recientemente, la Fundación Progea compró a sus antiguas pobladoras con la intención de rehabilitar esta joya del patrimonio aragonés declarado Monumento Nacional y darle nuevos usos como una escuela de oficios y una hospedería de calidad.
Monasterio de Casbas. Foto JLP.

Antes de dejar Casbas merece la pena ver un ejemplo de patrimonio etnológico como el restaurado nevero o pozo de hielo, junto a la carretera, o las ermitas de Bascués, una joya del románico, y de San José, del siglo XVIII.
Sieso de Huesca sorprenderá al visitante gratamente si callejea por su casco. Allí encontrará varios casales de arquitectura doméstica aragonesa fechadas en los siglos XVI al XVIII y su imponente templo y su majestuosa torre, fechado en 1550 aunque con orígenes románicos, que se está restaurando.
Pero la sorpresa más sabrosa la encontrará en la granja y afamada fábrica de quesos Villa Vilera, gestionada por José Luis Somada y Herminia Ballestín, y donde trabajan trece personas. Junto a la carretera que lleva a Labata, se puede hacer un alto en el camino y conocer una de las escasas vaquerías de la provincia y probar los artesanales quesos tiernos, semicurados, curados, cuajadas, yogures y tartas que se distribuyen por Aragón y Cataluña.
Aguas. Foto JLP.

La villa de Labata fue por sus condiciones geográficas, ubicada al borde del río Calcón, un asentamiento clave del dominio musulmán en la zona. (Previamente, en sus inmediaciones existió un poblado íbero). Sus vecinos están recuperando su milenario legado para su estudio y divulgación y han rehabilitado algunos de sus vestigios más importantes como los pozos árabes, las inmediaciones del castillo, etc.
Labata ofrece varias alternativas para la práctica de deportes en contacto con la naturaleza, bien sea recorriendo sus campos en bicicleta de montaña o realizando senderismo hasta sus cuatro ermitas, Santa Lucía, la Virgen del Río, San Salvador y Santa Cruz, lo que nos habla de la importancia que tuvo este bello lugar.
Labata. Foto JLP.

La siguiente parada es Aguas, que perteneció al Señorío Eclesiástico al Monasterio de Sijena y se cita documentalmente desde 1104, como apunta D’ o Río. De su arquitectura destaca su gran iglesia del siglo XVI levantada sobre planta románica y su torre del XVIII, una atalaya ideal para ver todo el valle de la Gloria. A escasos metros del casco nos encontraremos con su fuente lavadero, donde nos refrescaremos para continuar el viaje rumbo a Panzano.
Situado al pié de la sierra, esta población la atraviesa el río Formiga y su barranco se convierte en las delicias de los que buscan la acción de los deportes de aventura. El Camping de Panzano ofrece todo tipo de información y guías especializados para realizar un descenso seguro. El descenso de barrancos se puede combinar con la imprescindible excursión al santuario de San Cosme y San Damián, un espectacular y mágico enclave entre cortadas cuyo culto se pierde en la noche de los tiempos.
Vecinos de Aguas y Panzano en la ermita de San Cosme y San Damián. Foto S.E.

De camino a la Sierra nos topamos con el despoblado Bastarás, actualmente convertido en un coto de caza privado, que perteneció en su día a la Soberana Orden de San Juan de Jerusalén. Sus propietarios han vallado este precioso rincón del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara privando al amante de la naturaleza y del patrimonio encantos como su templo románico del siglo XII, la citada cueva de Chaves, o las surgencias “Solencio”, “Cajico” y la “Covacha” o la “Grallera” de Guara, que tiene el quinto pozo vertical más importante de España con 271 metros de profunda verticalidad.
Terminaremos este viaje en Santa Cilia de Panzano. Aunque tal vez sea el mejor sitio para empezarlo ya que en sus dos espacios museísticos, la Casa del Buitre -sito en el antiguo campanario de su iglesia- y en el centro de interpretación sobre la fauna, flora y geología del Parque Natural nos dan la bienvenida y nos hablarán de la importancia del desarrollo sostenible y de la riqueza biológica de este paradisiaco rincón del prepirineo.Montaña arriba llegaríamos a la cumbre de Guara (2.077 m), la emblemática peña que protege todo el valle.

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